La carrera inteligente hacia la construcción de una identidad sustentable
(Dato: Emprendedor, es contigo)
Por Ricardo Alberto Antequera para revista Business Venezuela, edición N° 362
En tiempo en los que la creatividad y la tecnología se hacen aliados necesario –y cercanos- de las personas con iniciativa, a veces nos empeñamos en querer reinventar la rueda para encontrar “el negocio del siglo”.
Haciendo omisión del momento que el país atraviesa, estas reflexiones son fruto de la convicción y experiencia, luego de más de 25 años trabajando con proyectos de todo nivel, en los que el consejo como asesor nunca cambia. Esto significa que pueden variar los presupuestos, pero no la máxima que tratamos de inculcar en quienes arrancan un proyecto: diferenciarse y buscar sustentabilidad en la oferta, como elementos esenciales para captar la atención, primero del potencial cliente, y luego ir agregando razones para la tan ansiada fidelidad.
Si en el mundo globalizado, las grandes corporaciones de consumo masivo buscan hacer “personal” la relación entre marca y audiencia (piensen por 5 minutos cuántas campañas por medios tradicionales y redes sociales construyen mensajes donde la “experiencia” es fundamental), ¿cómo no concluir que en un emprendimiento (sin distinción del tema sobre el que verse la iniciativa, o si hay fines lucrativos o no), la narrativa y la historia que va detrás de la marca, son los paradigmas sobre los cuales deben construirse iniciativas de esta naturaleza?
Sabido es que sin calidad en el producto o servicio, el éxito resulta quimérico, ¿Pero acaso el emprendedor sabe que la presentación al público de esa iniciativa, a nivel de imagen, empaque, selección de colores, uso hábil de redes sociales, son sus principales necesidades, una vez que estamos seguros de tener una oferta prometedora que compita o satisfaga una necesidad?
En muchos casos la respuesta es negativa. Si no trabajamos en proteger todo el arsenal de elementos que distinguen el producto o servicio a ser introducido, el costo de entrada será aún mayor, y, peor aún, un posible éxito en el corto plazo podría verse afectado ante la falta de protección de sus elementos identificadores que lo hagan, a los ojos del público, algo “buenos, pero además único en su identidad”, para fortalecer ese acercamiento al mercado cautivo.
Por eso, las marcas, como muchos otros elementos de la propiedad intelectual, deben ser tratadas como aliadas esenciales del emprendedor, quien debe dedicar tanto tiempo como le invierta al desarrollo y ejecución de la idea, a la manera cómo será su narrativa, y a los elementos que identificarán a su promesa comercial o institucional.
Las celebridades son, en sí mismas, unas marcas personales capaces de generar el interés de millones de personas y empresas que quieren vincularse al éxito. Los emprendedores también pueden llegar a este nivel a través de la premisa “el producto o servicio soy yo/somos nosotros”, y formar parte de la estrategia de posicionamiento de la marca.
Los venezolanos tenemos que perder el miedo al reto de hacer marca. No existe ninguna iniciativa pública, comercial o no, que no necesite un conjunto de elementos distintivos que la diferencien de ofertas o iniciativas similares. El desafío es aplicar el ingenio y la creatividad para generar un ADN de imagen, sustentable en el tiempo, y atractivo para el público. Solo así, los emprendimientos dejarán de ser “hijos de la crisis” para convertirse en alternativas de valor que se proyecten en el tiempo. ¡Estamos a tiempo!
En resumen, se trata de hacerlo personal. Sabemos que en muchos casos los emprendimientos son hijos de las crisis, así que quien toma el riesgo de desarrollar una idea y presentarla al público, lo hace con el temor como acompañante. Pues, de esos mismos temores deben surgir las fortalezas para listar los valores que identificarán esa nueva alternativa y formarán parte del ADN del emprendimiento.